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Nova visita dels nostres nins

Cuento de los gatitos y la tormenta El cielo se oscureció rápidamente. Los cinco gatitos miraban a la ventana asustados presintiendo la tormenta que se avecinaba. En silencio escuchaban el viento que enfurecido azotaba las contraventanas de madera fuera de la casa. - Zas, zas, zas, zas, zas… 

El aire entraba por las rendijas de la vieja casa silbando de manera escalofriante: - Uhhhhhh, Uhhhhhh. Todos se acurrucaron en un rincón con mucho miedo. Horco, el hermano mayor, trató de hacerse el valiente delante de los gatitos y dijo: - No hay nadie, solo es el viento que sopla, no tengáis miedo. 

Pero en ese momento, un rayo zigzagueo en el cielo iluminando toda la estancia, haciendo aparecer unas gigantes sombras en las paredes, que hicieron que todos retrocedieran y se abrazaran tiritando. Yaiza que se encontraba al lado de una puerta de cristal, vio cómo unos ojos relucientes la miraban fijamente desde el otro lado. - ¡¡Miaaauuu!! Chilló muy asustada a la vez que daba un gran salto haciendo una pirueta en el aire, para caer enseguida aplastando a su hermana Canela, que gimió dolorida sin saber qué había pasado. -¡Hay alguien ahí! ¡Lo he visto! ¡Hay alguien ahí! Repetía una y otra vez balbuceando muy nerviosa y con los pelos de punta. Horco se acercó a ella y agarrándola por el lomo con su boca, la zarandeó varias veces intentando que se calmara. -¡Te quieres callar! - dijo entre dientes sin soltarla - ¿No te das cuenta que estás asustando a los más pequeños? - Era tu reflejo, la trató de explicar, eras tú la que… 

Aún no había acabado de hablar, cuando un ruido ensordecedor tronó en la habitación haciendo que todos se encogieran y abrazaran fuertemente unos a otros. - Prurumprumpuuuuuuuuummmmmmm… Bolita, el más pequeño de los gatitos, notó cómo un reguero de pis caía entre sus patitas y empezó a gemir diciendo: - ¡Tengo miedooo! ¡Tengo mucho miedooo! Sniffff… Canela junto a su hermanito, le apartó rápidamente del charco de orina que había dejado en el suelo y le abrazó susurrando: - No llores Bolita, sólo ha sido un trueno, no te dejaré solo. Horco habló para tranquilizar a todos: - Es una tormenta, pronto pasará y volverá la calma, no temáis hermanitos. La lluvia empezó entonces a golpear repentinamente contra los cristales con muchísima fuerza. Todos se volvieron al escuchar el ruido en la otra esquina de la habitación - ¡Plof, plof, plof, plof, plof!… Una enorme gotera en el techo comenzaba a gotear y el agua que iba escurriendo por la pared, estaba mojando un antiguo reloj allí colgado. Los tictac empezaron a hacerse más lentos, hubo un momento en que los sonidos llenaron la habitación: Tic, Plof, Tac, Plof,Tic, Plof, Tac, Plof. Estaban tan ensimismados mirando a la pared del reloj, que ninguno se dio cuenta de que alguien había entrado en la habitación. Era un enorme perro que llegaba empapado buscando refugio. Pensaba que la casa estaba vacía y al encontrarse allí a toda la familia de gatos, cayó de espaldas asustado tropezando con un viejo mueble de madera. Fue entonces cuando le vieron. Aterrorizados, de nuevo se acurrucaron, ésta vez detrás del gato mayor buscando protección. Horco, disimulando el miedo que sentía, se adelantó unos pasos y se puso en posición de ataque para protegerles si llegaba el caso. Pero el perro, dijo levantándose del suelo y sacudiéndose el agua: - ¡Qué susto me habéis dado! Creía que no había nadie en la casa. ¡Vaya tormenta! Les dijo que se llamaba Cachorro y les empezó a hablar amigablemente. Pero con el susto a Bolita le empezaron a castañear los dientes, también tenía mucho frío y Canela empezó a lamerle para tranquilizarle, primero las patitas, luego la tripa, las orejitas, poco a poco hizo que el pequeño entrara en calor y se quedara dormido acurrucado a ella. - ¡Qué bien huele!, ¡Qué hambre tengo! - decía Bolita en su sueño, mientras iba siguiendo el rastro del olor a comida, con su nariz levantada por toda la casa. Al fin llegó a un lugar donde había un plato humeante de leche muy caliente, y empezó a beber sintiendo un enorme placer. Todos le miraron extrañados, Bolita hacía unos ruidos muy raros mientras dormía. ¿Por qué no jugamos a cantar? Dijo al rato Cachorro con voz animada, así se pasará el tiempo más rápido y estaremos entretenidos. - ¡Eso, cantemos! -dijo Kika, que había estado muy callada hasta ese momento- tiene razón, así estaremos entretenidos. ¡Vamos venid! 

Todos los gatitos se pusieron junto Cacharro haciendo corro a Bolita que seguía dormido sin enterarse de nada, y se quedaron callados. Y Cachorro empezó a cantar: - Al pasar la barca, me dijo el barquero, las gatitas lindas no pagan dineroooo - a la vez que graciosamente imitaba haciendo muecas a un gondolero. Kika cantó también: - Dónde están las llaves, matarilerilerile, dónde están las llaves, matarilerileroooooo - terminaron todos de cantar con la gatita. Poco a poco se fueron animando a cantar intentando olvidar la tormenta. Los gatitos reían con las ocurrencias de Cachorro que resultó ser muy divertido. Sin apenas darse cuenta, y muy cansados fueron quedándose dormidos. Al amanecer, la luz que entraba por ventanas y rendijas en la habitación, les fue despertando poco a poco. Se miraron unos a otros bostezando y estirando sus cuerpos entumecidos. Yaiza tenía los ojos hinchados y los pelos de punta y todos rieron al verla. El primero que se levantó a mirar por la ventana fue Cachorro. seguido de Horco y de todos los demás. Todo se veía diferente ahora, ya no llovía y lucía un sol espléndido, 

Y todos pensaron que gracias a la tormenta que tanto les había asustado habían hecho un nuevo amigo que era muy divertido. 

Moltes gràcies pares, mares i nins. La vostra aventura ens dona coneixement. 


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